sábado, 3 de julio de 2010

Vida

Violeta Parra nació el 4 de octubre en San Carlos, en la Región de Chillán, al sur de Chile. Su padre era profesor de música, su madre una campesina guitarrera y cantora. Fueron nueve hermanos de los cuales uno era Nicanor Parra (poeta) el cual fue decisivo para que Violeta empezara a recopilar la música chilena.
A los nueve años comenzó con la guitarra y el canto. Y a los 12 compuso sus primeras canciones. Tuvo que abandonar sus estudios para ayudar a sus padres en el campo.
En 1929 falleció su padre y, a los 15 años, decide irse a Santiago para terminar sus estudios invitada por Nicanor. Allí, se presentó cantando en bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio.
Después de unos años, conoce a Luis Cereceda y contrae matrimonio con él, con el cual tuvo dos hijos: Isabel y Ángel.
En 1948 se separa de Luis Cereceda y continúa su misión de recoleccionar canciones antiguas de Chile.
Al año siguiente se vuelve a casar con Luis Arce con quién tiene a sus hijas Carmen Luisa y Rosita Clara (quién fallecería al poco tiempo).
Conoce a muchos compositores, los cuales le enseñaron música que ya no se estaba tocando. Compone canciones y música instrumental pero donde más se destaca es en las décimas donde destacan las manifestaciones por los problemas sociales que también marcan en ella tristeza, frustración e infelicidad.
También es pintora, escultora, bordadora, ceramista, pasando a la medida de su humor de una técnica o género creativo otro.
Después de un tiempo, se va por Europa y permanece en Francia durante unos años donde, finalmente, logró encantar al público francés.
Vuelve a Chile tras la muerte de su hija Rosita Clara.
Después de un tiempo, sus trabajos llegan a Alemania, Italia, Argentina, Rusia, Finlandia.
En 1965 instala en la reina una carpa que pretende convertir en un centro de cultura folklórica.
A los 50 años, el 5 de febrero de 1967, incomprendida por el público chileno y siendo incapaz de resolver sus problemas amorosos, se suicida en la carpa de La Reina.

Obras

Sus obras más conocidas son las Décimas Autobiográficas, “El rin del angelito”, “Verso por una niña muerta” (de su rescate a la música chilena “el canto a lo divino”). “El lamento mapuche”, su manifestación a los problemas sociales en canciones como: “Mazúrquica modérnica”, “Rodríguez y Recabarren”, “La carta”.
Su canción un año antes de morir “Gracias a la vida”, “Pupila de Águila”, “Cantores que reflexionan” y “El Albertío”.